En 2010 la empresa estadounidense I-Doser comenzó a comercializar a través de su web unos audios, conocidos como tonos binaurales, afirmando que provocarían en el cerebro del oyente efectos similares a los asociados al consumo de drogas, como la cocaína, la marihuana o la absenta. Según Luis Alfonso Gámez, autor del blog magonia, se denomina tono o pulso binaural “al que genera el cerebro como ilusión auditiva al escuchar simultáneamente dos tonos, uno en cada oído, cuyas frecuencias difieren en menos de 30 hercios”.
La citada compañía afirma que los audios producirían estados alterados de conciencia y sensaciones –como risa o incluso alucinaciones– semejantes a ciertas drogas psicotrópicas. Incluso garantizan que se puede dosificar la intensidad de los efectos manejando este tipo de pulsos auditivos.
Asimismo, algunos medios de comunicación, entre los que se incluye la cadena de noticias española LaSexta, se aventuraron a avalar los supuestos efectos estupefacientes del producto.
Científicos como Steven Novella, neurólogo de la universidad de Yale, han asegurado que no existe ninguna investigación que confirme que funcionen más allá del efecto placebo.
En definitiva, las drogas auditivas son una estafa.
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